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AYAHUASCA, una poderosa psicotecnología para reprogramar nuestro cerebro

¿PORQUÉ TIENE TANTO POTENCIAL TERAPÉUTICO LA AYAHUASCA?

En los últimos años la ayahuasca se ha convertido en una sustancia de dominio público, conocida por todo tipo de personas, desde actrices de Hollywood a amas de casa o CEOs de importantes empresas que escuchan intrigantes anécdotas y que se ven motivados a experimentar por sí mismos la posibilidad de una experiencia transformadora. Más allá de que existe también una peligrosa tendencia de turismo psicodélico y una proliferación de seudo-chamanes que dirigen ceremonias de esta ancestral medicina con la facilidad con la que se venden biblias de casa en casa, indudablemente la ayahuasca, ingerida en su contexto tradicional, tiene un enorme potencial terapéutico. Analicemos este potencial desde una perspectiva neurológica, psicológica y espiritual.

Primero hay que mencionar que, como documenta la organización MAPS, la ayahuasca ha demostrado sorprendente efectividad tratando depresiones, adicciones y diversas enfermedades, alzándose así como una especie de súper-medicina para la mente y el espíritu, una llave maestra para el tratamiento integral o la sanación mente-cuerpo.  Esto con la debida advertencia de que la experiencia de ayahuasca conlleva ciertos riesgos y presenta grandes dificultades para la persona que está buscando una catalizador para transformar su vida. Como se dice popularmente, sólo lo que cuesta trabajo vale realmente la pena y quien busca una cura milagrosa sin poner de su parte y estar decidido a enfrentar sus propios demonios y adoptar una actitud honesta ante la vida, se está alistando solamente para ser revolcado o, peor aún, para vivir una bella alucinación que se confundirá con una experiencia mística y que fragmentará a la psique, dejando al individuo en lo más hondo del Samsara.

Para entender los efectos de la ayahuasca en el cerebro, podemos referirnos a este documental de la televisora nacional canadienes. Descubrimos viendo esta pieza que la ayahuasca activa intensamente el neocórtex, el área del cerebro asociada con la función cerebral más alta y que distingue al ser humano de otros animales. Es esta zona, también, donde se toman las decisiones. De manera paralela, la ayahuasca activa la amígdala –una zona, por así llamarlo, más ligada al instinto y al cerebro primitivo– donde se almacenan tempranas memorias emocionales, incluyendo traumas o la pérdida de un ser querido. Finalmente, la ayahuasca activa también la ínsula, la cual aparentemente sirve como un puente entre nuestros impulsos emocionales y nuestra capacidad de tomar decisiones.

Si analizamos este mapa de activación neural generado por la ingesta de ayahuasca vemos una sorprendente articulación en diversas partes del cerebro, ideal para producir una respuesta de sanación psicológica y posiblemente inmunomoduladora. Veamos por qué ocurre esto. Como nos dice el video, las decisiones tienen un poderoso componente emocional y los eventos traumáticos o eventos significativos en la infancia crean una impronta o patrón que actúa como un atajo o un circuito que se enciende de manera general. Por ejemplo, si alguna vez fuimos atacados por un perro, es probable que nuestro cerebro, para defenderse, reaccione con una respuesta de adrenalina y cortisol ante todos los perros (una respuesta de huir o pelear). Esto se acentúa si existen eventos que reiteran esta amenaza –esto puede ser interactuar con otros perros, por ejemplo, aunque estos perros no tienen ninguna intención de atacarnos, o puede ser incluso sólo por pensar en perros. Al repetirse estos eventos –aunque sean eventos generados por el efecto de una amenaza inexistente– se fortalecen las conexiones vinculadas a este circuito reactivo, uniéndose a proteínas y formando una especie de neurocicatriz. Los efectos de un trauma pueden ser devastadores para el sistema inmune, colocándolo en un estado de estrés permanente que desgasta la respuesta de los linfocitos, las células encargadas de eliminar agentes externos patógenos.

Lo interesante de la ayahuasca es que activa la memoria emocional, donde se almacenan los traumas, activa el centro donde se toman las decisiones y a su vez, la zona del cerebro que sirve de enlace. Esto permite, según los investigadores, sobreescribir las memorias traumáticas y reevaluarlas, en un acto de conciencia dirigido por el neocórtex. Es decir, se activan todos los lugares indicados para que podamos crear nuevas conexiones en nuestro cerebro, las cuales funcionan como una estructura subyacente, un sistema operativo que rige nuestra conducta. El ancestral brebaje amazónico es una poderosa psicotecnología para reprogramar nuestro cerebro. Y si consideramos que el estrés contribuye a exacerbar numerosas enfermedades, el potencial de sanación no se limita a la psicoterapia sino que puede ser encaminado a tratar todo tipo de padecimientos, liberando una benéfica respuesta neuroquímica.

En un aspecto psicológico que deriva en cierta espiritualidad, la ayahuasca, especialmente en un contexto chamánico construye una mitopoética, algo similar al arquetípico viaje del héroe al inframundo. Al enfrentarse con el terror cósmico de esta combinación de plantas y su poderos efecto psicoactivo, el sujeto que tiene la experiencia entra también a lo que se conoce como el “mysterium tremendum”, una región numinosa en la profundidad de la psique. Es parte consustancial de la narrativa que repetimos –de lo mítico— que el héroe debe de atravesar una crisis para encontrar y apuntalar su identidad. Generalmente el héroe debe de enfrentar su parte oscura, descender al inframundo y morir (simbólicamente) para cobrar toda su fuerza y cumplir su destino. En palabras de Joseph Campbell, el viaje del héroe refleja un movimiento de las realidades exteriores hacia una dimensión interna, “de la escena del mundo de los efectos secundarios a aquellas zonas causales de la psique donde las dificultades realmente residen”. Este modelo épico bien puede aplicarse al grueso de nosotros, con nuestros pequeños dramas. La ayahuasca y la experiencia psicodélica en general constituye una pequeña muerte, un fractal o un vislumbre de lo que es morir.

Estamos acostumbrados a etiquetar las cosas como buenas o malas y, así, todo aquello que nos hace sentir cierto malestar es rápidamente repelido -el mareo o la manía misma de lo divino. Pero ¿cómo podemos cambiar algo que está tan enraizado, si no sacudimos la estructura misma sobre la que se entierra? Alguna vez escuche decir que “la salud es movimiento” y, entonces, la verdadera enfermedad es aquello que se estanca. Una persona completa (y sana) debería de ver pasar por su cuerpo y su mente los peores demonios; todo un desfile de sombras pasando. Nuestro temor, entonces, no debería de fijarse en estar enfermos o en estar viviendo algo “malo”, sino en no ser capaces de ver y hacer surgir nuestros antiguos dolores -traumas y fantasmas- fluyendo por nuestro cuerpo y cumpliendo su cauce. En este sentido la ayahuasca puede ser una experiencia catalizador de ese movimiento psicofísico de irrigación; lo que pide de nosotros la experiencia es que dejemos trabajar a esta energía de la planta y de la intención que hemos echado andar, de alguna manera que nos háganos a un lado, distendamos para que el viento numimoso, como ese soplo del chamán o como ese más antiguo sopló del espíritu sobre el agua primordial, pueda abrir brecha por nuestros conductos, sacando lo que tiene que salir y allanando el camino para lo nuevo.

Hay que advertir, por último, que algunos maestros espirituales consideran que los psicodélicos, pese su potencial medicinal, son atajos para un camino espiritual. Y, como reza la frase, “no existen atajos para Dios”, el que busca un trabajo de conciencia debe de trabajar arduamente sin buscar acelerar su proceso u obtener un “salto cuántico”, un milagro o cualquier otra chapucería. Esto es lo que señalan muchas personas calificadas. De aquí quizás lo recomendable sea utilizar este brebaje de origen amazónico como una medicina, no como una escalera mágica (el nombre ayahuasca significa” liana del espíritu” o “liana de la muerte”, quizás mejor empleada para descender y ver lo que existe en el fondo de nuestra psique que para subir “expresso” al cielo, en un shot de samadhi) El lector tendrá la mejor opinión.

Alejandro Martinez Gallardó

 

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Alberto José Varela

Alberto José Varela

Fundador de empresas y organizaciones; creador de técnicas, métodos y escuelas; autor de varios libros. Estudiante autodidacta, investigador y conferencista internacional, con una experiencia de más de 40 años en la gestión organizacional y los RRHH. Actualmente crece su influencia en el ámbito motivacional, terapéutico y espiritual a raíz del mensaje evolutivo que transmite.

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