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¿MATAR O PERDONAR?, ¿CASTIGAR O RECONCILIAR? Dos tipos de epifanías que llevan a muy diferentes tipos de vida (2da parte)

EL DOLOROSO Y COMPLICADO REENCUENTRO CON LA INOCENCIA PERDIDA.

Los niños traen el perdón debajo del brazo.

Por favor mira en los ojos de un niño o niña, la inocencia de todo ser vivo.  No solo en los humanos, en todas las especies vivas nos enternece ver a crías o bebes recién nacidos; su indefensión, su pureza, su asombro ante la vida y sobre todo su inocencia. No tienen la más remota idea de lo que es ni lo que significa ser culpable, y en ese sentimiento de impecabilidad de ellos mismos radica su encanto y belleza natural. NO SE SIENTEN CULPABLES. Esa inocencia dura pocos años en los humanos, lamentablemente. Luego nos pasamos toda la vida en largos y agotadores procesos de sanación para tratar de recuperar la inocencia.

Un niño llega a la vida y no sabe si ha sido deseado o no, si es bienvenido o no, si sus padres son ricos o pobres, si va a ser amado u odiado, si va a ser aceptado o rechazado, en realidad no sabe nada, no tiene memoria ni ha desarrollado todavía la capacidad de percibir el entorno, por ello no tiene pensamientos y por tanto es INOCENTE. Aun no ha sacado ninguna conclusión.

La niña de la foto de portada tiene 4 años, se llama Kelly Clarisa, está de visita por un tiempo en nuestra casa, anoche le preguntó a su padre Erik: ¿Qué significa perdonar?

Cuando ella llego a nuestra casa hace dos días, yo le dije que debía ponerse el cinturón cada vez que estuviera en el coche.  Pero por la mañana al salir no se lo puso, la policía nos paró y ella se dio cuenta del problema en que nos metimos por no llevar el cinturón puesto. No solo que “perdimos” mucho tiempo, la posible multa, y otras dificultades, sino que además pude ver si en algún momento la niña percibía que había hecho algo mal (a esa edad ya puede percibirlo). La estuve observando, el papá y yo le dijimos que para evitar esos problemas siempre hay que ponerse cinturón. Los hechos evidentes le ayudaron a comprender la obligación. Pero la sombra de la culpa la acosaba. El tono en que su papa y yo le dijimos que ahora ella podía comprender por qué había que ponerse el cinturón, le ayudó a no culpabilizarse. Solo entendió que es peligroso circular sin cinturón puesto y que si no lo hace la policía nos CASTIGA.

Apareció la palabra fatídica: “CASTIGO”. Tan íntimamente relacionada con la idea de ser culpable.  Si ante cualquier hecho indebido hay un castigo es porque se ha cometido un error que debe ser  ajusticiado. La idea del error o de la imperfección está en la raíz del problema que tiene todo ser humano que todavía no ha comprendido ni experimentado lo que significa el perdón.

Según las leyes y la moral que dictamina lo que está bien y mal, es obvio que todos caeremos en muchos errores o faltas a través de lo que hacemos o dejamos de hacer. Pero hay algo que llama mucho la atención, que EL ERROR ESENCIAL QUE MUCHAS PERSONAS SIENTEN ES “HABER NACIDO”, O SIMPLEMENTE “SER COMO SON”. No parece que pudiera ser un error, pero para ellos lo es. Niños que no han sido deseados o que sus padres proyectan sus expectativas sobre ellos acusándolos inconscientemente por no ser como debieran ser. (Creo que la mayoría de humanos encaja en una de estas dos opciones)

Si tuviera que responder a la inocencia de una niña qué es perdón le diría: “es darse cuenta que nada ni nadie puede hacerle daño a nada ni a nadie” “es comprender que no hay nada que perdonar” “es sentir de corazón que todo es perfecto y que no hay nada que reprochar”  pero este significado es de complicada comprensión para un niño que aun no ha perdido la inocencia, o para cualquier persona que la ha perdido y no quiere recuperarla.

Hoy le pregunte a Keilly la niña de 4 años de la foto: ¿Qué te dijo tu padre sobre lo que significa perdonar? Y me dijo: “Que si yo araño o rasguño a alguien no deben regañarme ni castigarme” apareció de nuevo la relación error-castigo que lamentablemente los niños tienen implantado desde muy pequeños. Realizar una desconexión entre el error y el castigo es fundamental para abrir un proceso de perdón. Una vez aislados, se puede observar al error como una interpretación incorrecta o distorsionada, una idea que proviene de la herida o los traumas que acarreamos; un pensamiento que ha nacido de conclusiones parciales; si se cambia la percepción del error, automáticamente se derrumba la idea del castigo. Es el momento en que resurge la inocencia.

¿Puede un criminal convertirse en inocente? Si esto se lo planteáramos a cualquier criminal, pensaríamos que sería algo muy peligroso, ya que al no asociar crimen con castigo, les daría vía libre para cometer todos los crímenes que quisieran sin ser castigados. Y es eso lo que sucede exactamente, es la estrategia delictiva perfecta para no sentir culpa, porque sin culpa se puede hacer cualquier cosa. Yo mismo he podido comprobar esta situación en la cárcel, no he encontrado casi a nadie que se sintiera culpable por lo que hizo. Cada uno cambia la percepción a su manera y a su medida para justificarse en lo que ha hecho. Siempre encuentran una manera de escaparse de la culpa creando argumentos y razones para hacer lo que  hacen.  Por ejemplo: el mayor atracador de España me dijo que él se dedica a cambiar el dinero de lugar, que él no roba, sino que reparte el dinero de los bancos a otras personas. No siente que esté robando sino que está cumpliendo una función social. Es solo uno de los mil ejemplos.  Otro hombre muy feliz me dijo que quemó a su mujer porque le quito la casa y los hijos; lo dijo con una gran convicción de que debía hacer eso.  Y así una larga lista de argumentos que eximen al criminal de su culpa psicológica, porque luego la justicia los condena, pero para ellos los jueces están cometiendo un error; es posible que no me creas lo que digo, pero yo tampoco me lo podía creer, que acusen a los tribunales por juzgarlos o condenarlos. Ellos aseguran que “los jueces no saben nada de la realidad” Siempre hay una razón válida para cometer un delito, o hay un error en la actuación de la justicia, pero nunca hay culpa. ¿Por qué casi no hay culpa en las cárceles? Porque inconscientemente han encontrado el atajo para escaparse del auto castigo para enfocarse en castigar a otros. CASTIGAR ES LA ENERGIA DE LOS CONDENADOS. Han llegado a cometer delitos por castigo, y lo siguen cometiendo porque castigan a una sociedad que no les comprende.

El castigo no libera la culpa sino que produce una compensación. Aunque no se castigue a un criminal seguirá escondiendo inconscientemente su culpa. La única solución posible, y de raíz, es que se perdone a sí mismo, pero para ello debe reconocer el error y la culpa -Aunque esta no exista en realidad- para luego entrar en el universo interior del sentimiento, allí donde se siente el dolor de la herida, la angustia por lo ocurrido, y en donde se va a producir la gran cirugía que extirpe el tumor de la culpa. Es lo que yo he denominado “EL PROTOCOLO DE LA SANACIÓN”: esto es lo que vivimos los humanos, y lo que parece que hasta ahora nos toca atravesar como si estuviéramos programados para tener que pasar por la experiencia de la culpa por alguna razón.

Primero: cometer errores.

Segundo: reconocer los errores cometidos.

Tercero: sentir culpa por lo que hicimos.

Cuarto: castigarnos y sumergirnos en la angustia que produce la culpa.

El sentimiento de culpa es lo que perpetúa el hecho de cometer errores. Sentir culpa es una de las grandes adicciones humanas, y es uno de los motivos principales de las adicciones y de todo tipo de actos que se juzgan o condenan. Una sutil necesidad inconsciente nos hace caer una y otra vez en todo tipo de actos que nos producen culpa. Como si fuera una estrategia diseñada a propósito para experimentar una serie de sensaciones desagradables. Pero…  ¿Por qué buscamos ese sentimiento reiteradamente? ¿Qué nos hace sentir? ¿Qué objetivo tiene?

LAS RAZONES PRINCIPALES QUE HE DECUBIERTO EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS SON:

  • PORQUE NO QUEREMOS ACEPTAR LA IMPOTENCIA, COMO PARTE DE LA VIDA Y LA NATURALEZA HUMANA.

  • PORQUE HEMOS ELEGIDO DESCONFIAR. LA CULPA ES UN SUSTITUTO DE LA CONFIANZA.

  • PORQUE ES PARTE DEL PROCESO DE SENSACIONES QUE NOS TOCA ATRAVESAR PARA SANARNOS.

  • PORQUE EL PROCESO EVOLUTIVO DE LA CONSCIENCIA NECESITA ENTRAR Y SALIR DE LA ANGUSTIA.

Prometo que voy a desarrollar cada uno de estos puntos en próximos artículos, pero ahora no quiero entrar en análisis mentales sino en una profunda y misteriosa reflexión que vive conmigo desde hace mucho tiempo y que cada día conquista un espacio más amplio dentro de mi corazón. Es a modo de anticipo de lo que es el PERDÓN como medicina de la culpa para recuperar la INOCENCIA.

Evidentemente todos somos los creadores de todos los errores, crímenes o faltas, por activa o pasiva, por formar parte de una misma humanidad que hasta ahora no ha podido resolver el problema de la culpa más que con castigos, venganzas, juicios, rencor o indulgencia. Pero muy pocos son los que han comprendido el camino de la reconciliación a través del perdón.

El perdón es una estrategia psicoemocional basada en la ilusión de que se cometen actos erróneos, que hay equivocaciones, que se puede dañar a otros o que hay cosas que no debieran haber sucedido. Surge de la idea de la imperfección. Por ello muchos maestros no han trabajado ni propuesto el perdón como parte del proceso de sanación o realización de una persona, porque llegar a darse cuenta de que todo es perfecto, es parte del paquete evolutivo que experimenta toda consciencia que se abre a la verdad y se conecta con lo transcendente.

Pero lo cierto es que para llegar a esa elevada comprensión hay que pasar por un duro proceso de confrontación que nos conducirá inevitablemente a la posibilidad del PERDÓN.

En antiguas tribus africanas, cuando alguien mataba a otra persona, no se le encerraba en ningún lugar, sino que se le entregaba al que había cometido el asesinato a la familia de la victima para que lo llevaran atado e inmovilizado en un bote a la parte más profunda del río, en ese momento toda la familia decidía si arrojar al asesino al rio o no, en ese primer momento se le podía perdonar, pero si la familia no podía perdonar o prefería el castigo, entonces lo arrojaban al rio para que se ahogase; cuando esto sucedía y se arrojaba al asesino atado al río, surgía en los familiares de la victima la segunda oportunidad de perdonar, pero tenían pocos segundos para decidirlo antes de que se ahogase, y eran justamente los niños los que pedían que se le salvase. Si en ese momento se gritaba ¡Perdón! Cualquiera de los mayores de la familia podía arrojarse al rio para salvarle, y al hacerlo, no solo que le cortaba las cuerdas y le sacaba del río, sino que le ayudaba a subir a la embarcación para recibir el perdón de toda la familia.  Esta antigua práctica indígena garantizaba una salud mental y emocional en los integrantes de la tribu, porque ellos sabían que vivir con rencor es vivir envenenados, es tener grietas sociales abiertas como heridas sangrantes que más tarde que temprano se manifestarían como venganza, castigo o tortura. Una destrucción asegurada y una carga que no deja vivir. En estas tribus indígenas no crecían los asesinatos ya que se actuaba de modo que fueran sanados a través del perdón.

EL PERDÓN ES UNA PROYECCION DE LA COMPASIÓN. ES LA EPIFANIA DEL AMOR. ES LA MANERA MÁS DIRECTA Y DELICADA DE DISOLVER EL ODIO Y EL RENCOR. ES UN ESTILO DE VIDA QUE PRODUCE BONDAD Y ALEGRÍA EN EL CORAZÓN.

DETRÁS DEL PERDON HACIA OTROS ESTÁ ESCONDIDA LA POSIBILIDAD DE PERDONARNOS A NOSOTROS MISMOS.

Las personas que no quieren perdonar en su gran mayoría no quieren perdonarse. Es una estrategia para seguir viviendo en un esquema de culpa, castigo y muerte. Perdonar a alguien abriría la puerta para el perdón interno; y eso daría inicio a una inevitable transformación.

Es realmente una locura perdonar. La mente no puede ni quiere comprender un hecho que ha producido daño, dolor o sufrimiento. Pero la pregunta que debieran hacerse todos los que se sienten heridos, maltratados, dañados, es ¿quién ha producido el sufrimiento?  La persona que ha consumado un hecho determinado, el hecho en sí mismo, la vida, Dios…???  O es la interpretación del hecho lo que ha creado la idea de imperfección y la consecuente culpa y necesidad de castigo?

¿ESTAMOS DISPUESTOS A DESPROGRAMAR LA IDEA DEL ERROR?

Si tu respuesta es afirmativa, entonces continuemos con “EL PROTOCOLO DE LA SANACIÓN”:

Quinto: reconocer la inocencia inherente a nuestra naturaleza.

Sexto: darnos cuenta que todo lo ocurrido era lo que tenía que ocurrir.

Séptimo: liberarnos de la cárcel a nosotros mismos, perdonándonos por haber creído que nos merecíamos el castigo.

Octavo: Abrirnos a la vida, al amor, a la abundancia, a la entrega, a la confianza y al fluir de corazón.

Este protocolo de sanación parece una auténtica estupidez para toda mente que quiere seguir igual, en el odio, el rencor y el resentimiento que produce la incomprensión. Pero es el proceso más maravilloso que está sanando a miles de personas desde lo más profundo de su alma.

En realidad, este artículo está dedicado a todos aquellos con quienes no he podido compartir mi propia experiencia del perdón y con quienes sentía la necesidad de hacer algo, al menos para dar una pista de salida al atasco que pudieran tener en su evolución interior.

YA SABES, SI AUN NO HAS PERDONADO, Y HAS ARROJADO AL ASESINO A RÍO, TE QUEDAN SEGUNDOS ANTES DE QUE LA VENGANZA SE CONSUME, PUEDES DETENERLA, DEJA QUE LA INOCENCIA DE TU NIÑO INTERIOR SALVE AL CONDENADO, PERMITE QUE EL PERDÓN SANE TU CORAZÓN. ESTA ES TU SEGUNDA OPORTUNIDAD.

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Alberto José Varela

Fundador de empresas y organizaciones; creador de técnicas, métodos y escuelas; autor de varios libros. Estudiante autodidacta, investigador y conferencista internacional, con una experiencia de más de 40 años en la gestión organizacional y los RRHH. Actualmente crece su influencia en el ámbito motivacional, terapéutico y espiritual a raíz del mensaje evolutivo que transmite.

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