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YO SOY. Las dos palabras más contradictorias e incompatibles del lenguaje humano. Los dos lados de una trampa al SER.(No-Terapia al Ser: 1ra parte)

UNA EXPRESIÓN QUE DA ORIGEN AL SUFRIMIENTO.

Expresar: “Yo soy” es como condenarse a sí mismo al confinamiento de la incomprensión.

“YO” es una cosa, y “SOY” es otra cosa muy diferente. Es realmente peligroso mezclar estas dos palabras para hablar de uno mismo. Es una expresión que esconde una auténtica bomba de conflictos para la vida humana.

El “YO” pertenece a la ilusión, a la mentira, a la psicología; a lo que es transitorio. Pero “SOY” pertenece a lo trascendente, a la verdad, a la espiritualidad; al origen de todo.  Por tanto, unir estas dos palabras crea una sensación de SER que no es real, ni para el plano humano, ni para el plano divino; es una situación intermedia que sacrifica la preciosidad y autenticidad de ambas realidades.

O bien debiéramos decir: “YO soy YO”.  O bien afirmar “SOY”, sin más, pero por separado, pues junto, da una apariencia de SER que no se la cree ni el que lo dice. Todo lo que se diga después del “YO SOY” es una mentira y una condena. También se puede obviar el YO, de hecho, es lo que se hace. Sin embargo, al decir: “SOY…” estoy pensando en mi propio YO, y no en mi esencia, por eso agregamos una definición posterior al SOY.  Es entonces cuando caemos en la trampa de definirnos limitadamente, aunque eso nos dé una sensación de seguridad. El problema es lo que va después del SOY, porque es lo que pone la etiqueta, y crea, a su vez, personajes y máscaras.

La gente dice para presentarse: SOY vegetariano o vegano. SOY español o argentino. SOY músico o cantante. SOY empresario o soy empleado.  SOY médico o arquitecto.  SOY budista o ateo. SOY padre o madre, SOY humano o SOY energía…   Todas ellas son expresiones que pretenden identificarnos con diferentes partes parciales; nos apega a lo que pensamos, hacemos, comemos, nacemos, tenemos o sentimos.  Pero no es verdad. No podemos ser una parte aislada del todo. Si digo SOY ciudadano, debo también reconocer que SOY político; los ciudadanos eligen a los políticos. El uno no existe sin el otro.  Soy discípulo, pero también Soy maestro.  Soy humano, pero también Soy divino. Soy padre y Soy hijo. Soy muchas cosas a la vez y a la vez no Soy nada. Soy la suma de todas las partes, pero además Soy mucho más que eso. La dualidad nos ha resquebrajado la mente, marginándonos de la posibilidad de comprender la integración interna de realidades tan diferentes como complementarias, tan distantes como cercanas.

En el ámbito de la identidad no cabe la grandeza de lo que somos. El lenguaje y la manera de expresarnos no nos ayuda a recuperar la memoria de lo que somos sino que nos duerme aún más. Por eso quedamos reducidos a algo tan insignificante como puede ser:  SOY LO QUE COMO.  SOY LO QUE CREO. SOY LO QUE TENGO. SOY LO QUE HAGO. SOY LO QUE HE VIVIDO.  ¡Vaya mierda de identidad se nos pega por no darnos cuenta del peligro que encubre esta expresión!  Detrás de las máscaras de lo que creemos ser yace dormida la consciencia del Ser. Éste es para mí, uno de los orígenes principales del sufrimiento humano; buscar ser alguien, no darnos cuenta de lo que somos, olvidar nuestra esencia.

Si profundizamos un poco más, y queremos llegar a la raíz a través de este concepto de lo innecesario que es unir YO y SOY,  llegaremos inevitablemente a darnos cuenta de que no se debería decir jamás ni siquiera: “SOY”. Ésta debiera de ser una expresión prohibida para el ser humano o para cualquier ser vivo que ande por cualquier galaxia. El SOY solo debiera estar reservado para la existencia toda, para la mente de unidad cósmica. ¿Cómo puede atreverse a decir SOY una parte del todo?  Es tan absurdo como peligroso. ¿Quién eres tú o quién soy yo para que al presentarnos digamos SOY?

Por eso tanta gente cae en todo tipo de trastornos de personalidad, mucha más de la que te puedes imaginar, porque el origen del trastorno está en la confusión que se genera por tratar de definir lo indefinible.  Con el mero hecho de poner un nombre a un ser vivo, ya le estamos limitando, pero si además, le hacemos creer que es cristiano, español, millonario, pobre, empleado o jefe, entonces le estamos creando el camino que le llevará al sufrimiento, al conflicto interno, al desequilibrio. Porque ese sentimiento de SER no es real, es un sustituto del verdadero SER que habita en él; es su esencia eterna e ilimitada la que queda anulada al tratar de definirse.

Por más poder y eternidad que tenga la esencia de nuestro SER, queda reducida a nada ante el ímpetu que impone la identidad, los apegos, la necesidad de presentarnos con demostraciones de lo que creemos ser. Porque ahora estamos en la experiencia humana y carnal, y aquí manda el ego, no la divinidad. Trascender a las identificaciones es el inicio de una auténtica espiritualidad.

Esta es la situación humana: seres increíblemente poderosos escondidos detrás de personajes de mentira, o mejor dicho, de una novela trágica, que tienen el poder de dirigir nuestra vida. Para liberarnos, debemos deshacernos de todas las etiquetas que nos definen, de todas las identificaciones que nos hemos creado y de todos los apegos que nos han ayudado a tratar de ser alguien. Y debemos ser alguien porque así nos lo enseñaron, ¡debemos ser alguien en la vida! Pero no lo hemos conseguido porque es algo que no se puede conseguir. DESPUÉS DE DECIRNOS: “DEBES SER ALGUIEN EN LA VIDA”  ESTAMOS LISTOS PARA HACER TERAPIA HASTA LA MUERTE.

Ya soy, ya eres. No hay nada que se pueda hacer más que permitir que se manifieste el Ser y no pretender definirlo ni calificarlo.

 

Son las 4 y 42 de la mañana, hora aproximada en la que me levanto a escribir para este blog. Muchos textos me llevan meses elaborarlos, pero hay otros que surgen como de la nada. De repente un sueño lúcido, un flash que ilumina mi entendimiento y surge la idea. Era de madrugada y en esos momentos no había nada que me pudiera detener; ni el sueño, ni la maravillosa compañía de la mujer que duerme conmigo, ni la comodidad de la cama… El impulso me llevó directo al teclado para expresar lo que comprendo. Quizá haya sido por la minidosis que me tomé anoche de Ayahuasca, una auténtica bomba de consciencia contenida en apenas 2 gramos de esta medicina amazónica.

Mañana sigo con la expresión “NO SOY”, que da para hablar mucho más todavía. Si quieres contactar conmigo, ya sabes… [email protected]

 

SEGUNDA PARTE:

https://albertojosevarela.com/no-soy-una-expresion-que-abre-la-puerta-de-la-comprension/

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Alberto José Varela

Alberto José Varela

Fundador de empresas y organizaciones; creador de técnicas, métodos y escuelas; autor de varios libros. Estudiante autodidacta, investigador y conferencista internacional, con una experiencia de más de 40 años en la gestión organizacional y los RRHH. Actualmente crece su influencia en el ámbito motivacional, terapéutico y espiritual a raíz del mensaje evolutivo que transmite.

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