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LA RESISTENCIA A SENTIR Y LA NECESIDAD DE CONFIAR. Corazón Abierto & Cerrado, la neurosis del siglo XXI. (1ra Parte)

¿ESTOY ABIERTO O CERRADO?

Cualquiera sea la respuesta, es muy probable (o casi seguro) que te estés autoengañando. Si me lo permites te lo voy a demostrar.

La humanidad toda, más o menos consciente o inconscientemente, se está planteando esta pregunta esencial; y parece que gran parte de la felicidad dependiera de la respuesta. Aparecen tantas posibilidades de respuestas que van mucho más allá de un simple sí o no.  Hay varios tipos de “sí” y de “no”, predomina la respuesta: “ni una cosa ni la otra”. Algunos afirman: “a veces si, a veces no”; otros dicen “según el momento, o según con quién”. Como si fuera una cuestión de voluntad o elección espontánea. Entre el blanco y el negro aparecen muchos tipos de grises para definir lo que está  entre medio de ambas posibilidades. ¿Cómo llamar a este tipo de situaciones intermedias? Sobre todo cuando se trata de preguntas tan esenciales y profundas que definen el auténtico estado interno de las personas.  Quizá sean NEGOCIACIONES NEURÓTICAS, que por no poder asumir una posición definida, la mente entra en un juego de indecisión constante y permanente. ¿Cuándo me abro y/o cierro? ¿Ante qué tipo de personas o relaciones? ¿En qué tipo de circunstancias se me activa la necesidad de abrirme o cerrarme? Si especulo o existen causas para cerrarme ¿No será que en realidad estamos cerrados y que a veces nos autoengañamos de que nos abrimos? Cuando en el fondo sabemos que nunca nos hemos abierto o que no queremos que eso ocurra. Me refiero a abrirse a la vida, al otro, al amor, a la libertad y a sentir desde el corazón todo lo que ocurra.

En el mundo de las terapias y el crecimiento personal, a veces -aunque no muchas- se aborda el tema del descorazonamiento, haciendo referencia a una actitud de cierre que se ha tenido en algún momento de la vida, por lo general producido porque al niño le ocurre una o varias situaciones que le causan tanto dolor que toma la decisión consciente o inconsciente de cerrarse a sentir. Es una medida de prevención. Necesita protegerse y defenderse preventivamente para no volver a sufrir. La fantasía que ofrece el descorazonamiento es que estando cerrado ya no se va a sentir más dolor, en principio es una conclusión lógica y razonable; si cierro la puerta de mi casa con llave para que no entre nadie a robarme o dañarme, no va a entrar nadie, pero eso no garantiza que no voy a dejar de sentir dolor o evitar que por algún lugar se cuele alguna razón por la rendija de la puerta que me haga sufrir.  Cerrarse no es garantía de no sufrir, incluso es lo que asegura el sufrimiento permanente.

Por otro lado todo cierre no puede ser selectivo, si te cierras lo harás a todo, y si te abres también lo harás a todo. Al cerrar no permites que entre la amiga, el amante, el hijo ni el padre… estar cerrados nos aleja, nos pervierte, nos llena de rencor, nos separa y nos hace meter en el horrible lugar de la incomprensión y el resentimiento donde habita el miedo. Entonces, como estamos tan limitados a experimentar desde la libertad auténtica todo tipo de sentimientos que den sentido a nuestra vida,  tenemos que buscar intensidad en muchas situaciones y conductas que nos aporten la lejana sensación de lo que supondría sentir desde el corazón.

Estoy ahora mismo en un lugar precioso en las montañas de Ibiza, un espacio natural que dirige mi hijo Elián y su compañera Débora. Vine a acompañarles a dar una toma de ayahuasca para 20 personas. Cuando iniciamos este camino de medicinas ancestrales, el taita Domingo Males de Colombia nos dijo “El padre debe dejar entrar al hijo, y el hijo al padre” así podrán trabajar juntos en lo que sea. Nos hizo quitar la ropa, y ya desnudos nos ordenó que uno al otro nos bañáramos con ayahuasca por todo el cuerpo. Así lo hicimos dentro de una bañera, con la disponibilidad de quien hace lo que sea para sanar y con la consciencia de la necesaria limpieza del pasado y de una inminente reconciliación.  15 años después estamos celebrando y agradeciendo ese recorrido de perdón y comprensión que hemos hecho con valor y entrega; lo estamos festejando tomando Ayahuasca, a corazón abierto, cantando canciones juntos,  y en mi caso además escribiendo, porque en un momento, mientras escucho a mi hijo tocar el tambor y la flauta, me siento en un sillón y miro un mensaje de teléfono que me envía Laura, una lectora del blog; ella me dice:   “Alberto ¿Podrías escribir un post sobre lo que significa tener el corazón abierto o cerrado? No lo comprendo y cada vez lo entiendo menos. Estoy muy confusa y con muchas dudas al respecto”.   Entonces me puse en la labor, cogí un folio y escribí con mi mano conectada a mi corazón este texto que ahora estoy publicando en este blog. Me abrí completamente para sentir en lo más profundo de mi, qué es lo ocurre con esta dicotomía relacionada con el corazón.

Es tanta la gente que duda y que se pregunta si tienen el corazón abierto o cerrado, buscan indicios o pruebas para saber y poder definir cuál es el estado,  ¿Estaré descorazonado?  Si intuyen que sí, entonces automáticamente se preguntan ¿Cómo puedo abrir mi corazón?  La verdad es que muy pocos se atreven a indagar en esta situación a fondo, no quieren ver por qué o cuando lo han cerrado; sería cuestión de explorar momentos desagradables, entonces prefieren no mirar y seguir igual. Pero hay un grupo de seres humanos con gran coraje que miran hacia dentro para ver qué ha ocurrido y cómo están. A ellos dedico estas palabras.

Es imposible cerrar el corazón. Pero es posible crear un cierre virtual, un muro energético que no deja entrar nada relacionado con la sensibilidad; cada ser humano se identifica con ese cierre construyéndolo a su medida y convirtiéndolo sin darse cuenta en una armadura protectora y a medida que defiende al individuo de ataques y le evita el sufrimiento.  Esta creación sustituta que excluye a la realidad interna del un corazón que siente, es una construcción de muchos años y de gran dedicación que se elabora bajo las órdenes que dicta la ingeniería de la sanación. La idea que se instala es fantástica:¡CIÉRRATE! PARA DESPUES VER COMO TE ABRES.  Como si la vida nos dijera “te voy a meter en un lio tremendo, a ver como lo resuelves” cada persona tiene un lío diferente, una herida particular, un trauma que le acompaña. Una lotería divina te otorga el número que te toca, y ese número puede ser más o menos perdedor, el premio es una dificultad a la medida de tu alma. Tal como lo experimenta cada ser humano no tiene ningún parecido al de ningún otro ser humano. Por ello resulta tan complicado ayudar a las personas a sanar su problema esencial, porque es único e irrepetible. Para mí el problema esencial es habernos cerrado en algún momento de la vida, haber perdido la esperanza, la ilusión, la disponibilidad total a sentir como niños inocentes.

Casi todos preferirían haber estado abiertos toda la vida y que no les ocurriera nada que les hubieran impulsado a tomar la reacción de cerrarse; pero la ley de la sanación funciona así.  Es indispensable enfermar para sanar, sufrir para deleitarse, nacer para morir y morir para florecer. Los que aceptan las reglas de juego de la sanación van más rápido, los que se oponen o resisten van más lentos, cuesta mucho más resolver esta situación cuando hay tantas discusiones de por medio. “Es lo que hay”, como dice la canción de Erik Moreno. Lo podemos aceptar o rechazar. Somos libres. De esta elección se abre un camino y un destino consecuente. La mayoría de personas lo hemos rechazado, por eso estamos así, no hemos sabido comprender a tiempo como son las cosas en la vida humana.

Estamos viviendo en la dualidad. La situación en que está la mayoría de seres humanos es que mantienen en paralelo ambas realidades, por un lado su corazón está abierto desde siempre, pero la coraza no deja que nada se acerque a la puerta del corazón. Por un lado claman a gritos silenciosos que le amen y por otro lado están perfectamente organizados para evitar toda experiencia de autentico amor.

Para poder vivir con esta doble situación es necesario neurotizarse, me refiero a desequilibrarse emocionalmente, entonces las emociones pierden el control y salen cuando quieren y como quieren, sin una guía del alma; todo sirve para proyectar en otros la impotencia y el dolor del trauma no resuelto. Y, por otro lado, no se deja entrar nada que desde fuera acaricie la parte más sensible de nuestro interior; el corazón late de anhelo por volver a sentir, pero la mente domina todas las situaciones controlándolo todo para que nada llegue directamente al núcleo del sentimiento. Volver a sentir podría ser peligroso para el renacimiento del amor y la gratitud a la vida; la libertad no es algo tan fácil de reconquistar cuando hemos pasado tantos años en la cárcel del aislamiento y el rencor. Para el programa que produjo el cierre virtual es inadmisible exponerse o vulnerarse ante lo externo. Por eso se crea un bunker imaginario, que no es real, pero cual realidad virtual nos adaptamos a ello para reaccionar con los otros y el entorno en función de lo que estamos percibiendo bajo la anestesia de esta realidad sustitucional.

Esto lo vemos en miles de casos de personas que llegan a nuestros retiros mostrándonos abiertamente las grietas del muro por donde podemos entrar a sembrar la semilla de la reconciliación. El sistema operativo que gobierna una vida de sufrimiento tiene muchas inconsistencias, como todos los programas informáticos, siempre hay una posibilidad de insertar un virus letal que desestructure la realidad virtual en la que está viviendo la gente. Este es nuestro trabajo con nosotros mismos y con las personas que a nosotros vienen. Detectar la anomalía en la construcción virtual del muro que separa al otro de mí, de la vida y del sentimiento.

Estar abierto y cerrados al mismo tiempo es la neurosis encarnada: aceptar y rechazar, odiar y amar, crear y destruir, buscar y huir, estar vivos y muertos, querer y no querer. De igual manera cuando nos despertamos cada día también nos dormimos a propósito para no ver ni sentir. Nos dormimos para cerrarnos, nos cerramos para dormirnos. Estar dormidos o cerrados son realidades sustitucionales que se han insertado en el menor de los descuidos cuando en algún momento de dolor profundo nos hemos puesto en contra de nosotros mismos.

Es la locura que está volviendo suicida a la humanidad; esta inconsistente dualidad que tanto nos hace sufrir y que tanto nos cuesta sostener. Ojala tuviéramos la posibilidad real de cerrarnos, pero eso no es posible, solo el autoengaño es posible.

Utilizamos esta situación intermedia para especular, para manipular, para hacer cálculos ante cada cosa que se nos presenta. Hemos sido tan hábiles para sostener el cierre virtual del corazón que incluso hemos creado una apertura virtual para autoengañarnos de que todavía sentimos o que estamos abiertos, de ahí que nos permitimos tener algunas experiencias con la vida, con el amor y con los otros que nos regalan aproximaciones burdas de lo que se siente estando realmente abiertos; pero en un descuido el paisaje cambia y de vuelta nos volvemos a cerrar, como si estuviéramos cambiando de un programa a otro, navegando por virtualidades que no nos producen experiencias auténticas, un ida y vuelta por el cielo y el infierno que nos tortura psicológicamente, que nos mantiene olvidados del estado original de cuando éramos puros, inmaculados, inocentes y amorosos.

Cuando salí de la esta toma de ayahuasca, en un dialogo con una mujer que estaba allí hablando de su padre y de lo que supuestamente le distancia, le pregunté: ¿Qué es lo que realmente te impide acercarte a tu padre y tener una experiencia directa, de amor y comprensión?  Y ¿Sabes lo que me respondió? ¡NADA!. Entonces si nada te lo impide realmente ¿Por qué no sales de este juego virtual?  Ha sido una prueba de sanación. Nos hemos dormido o cerrado, pero no era real.

Bienvenidos a la realidad real.

(En la foto de portada, Aniel Varela, el niño que me acompañó es inspiró en estos dos preciosos días a corazón abierto)

Alberto José Varela

nosoy@albertojosévarela.com

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Alberto José Varela

Fundador de empresas y organizaciones; creador de técnicas, métodos y escuelas; autor de varios libros. Estudiante autodidacta, investigador y conferencista internacional, con una experiencia de más de 40 años en la gestión organizacional y los RRHH. Actualmente crece su influencia en el ámbito motivacional, terapéutico y espiritual a raíz del mensaje evolutivo que transmite.

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