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¿QUIÉN DIJO QUE TODO ESTÁ PERDIDO? Mi viaje hacía mi Maestría Interior después de atravesar una depresión. Testimonio de Fernando López Espallardo.

MI EXPERIENCIA EN INNER MASTERY INTERNATIONAL

“El equipo de Inner Mastery, unas personas que trabajan desde el corazón, yo soy un absoluto testigo de ello”

Fernando López Espallardo

 

Mi viaje hacía mi Maestría Interior comenzó el pasado noviembre de 2016, en el epicentro de Madrid. Yo venía de varios años de depresiones profundas, alternadas con periodos más o menos largos de una cierta recuperación y estabilidad, un equilibrio precario pero equilibrio al fin y al cabo. El periodo desde julio a diciembre del año pasado fue demoledor, una desgastante montaña rusa de dolor, tristeza, culpabilidad… que sufrí yo en primer lugar, pero que afectó, como irremediablemente afecta, duramente a mi mujer y a mis tres hijos que aún son muy pequeños.

Yo ya había tenido un contacto previo con la ayahuasca, hace más de quince años. Fue una experiencia de una enorme riqueza y muy sanadora psicológicamente, ya que entre otras visiones pude despedirme de mi abuela muerta, la mujer con la que me crié, la mujer que marcó mi vida entera. Murió en un hospital mientras yo trabajaba, logré hablar con ella y expresarnos con todo el amor del mundo, las palabras justas para curar todas las heridas pendientes. Pude llorar con ella y sanar con ella.

Después de muchas dudas y superar algunos miedos fruto de algunos comentarios en Internet, decidí asistir a uno de los retiros, desde mi perspectiva no perdía nada por probar, mi estado emocional era penoso y sentía que no me quedaban muchas más salidas que yo considerara válidas.

Mi primer retiro duró tres días y fue simplemente transformador. Viví intensas experiencias liberadoras, de libertad y paz espiritual, de imágenes profundamente simbólicas y llenas de fuerza, de encuentro, diálogo y sanación con mi padre muerto cuando yo era un niño. Creo que la presencia y la música de los hermanos Palchucan fueron un gran regalo que no esperaba, pero que se manifestó como revelación en mi última noche de retiro. Aquella jornada fue mágica. Todo mi “proceso”, que duró más de cinco horas, consistió en verles trabajar y desplegar parte de su ancestral conocimiento y no me refiero solamente a su enorme talento musical. Dio la casualidad que una mujer británica que tenía en frente tuvo una noche de “proceso” muy intensa, muy dolorosa, que duró horas. Esta chica, entre gritos, gemidos y constantes vómitos, desprendía una energía que yo sentía turbia y fuerte y que se extendía con rapidez al resto de personas que tenía cerca. Pude observar fascinado como con su música y la ayuda de otros facilitadores, controlaban y cercaban esa energía, como utilizaban su voz, sus cantos, cada uno de sus objetos, a los que mi desconocimiento me impide poner nombre, en la búsqueda de ayudar a un buen final en el “proceso” de esta mujer. Durante todas esas horas existía un pensamiento reiterativo que venía a mi mente, “yo quiero aprender a hacer esto”. Al final de la noche recuerdo haberme acercado a los hermanos para agradecerles esa noche mágica, también les dí la enhorabuena a las personas que se estaban formando como facilitadoras por el gran trabajo que habían realizado esa movida noche, recogiendo bolsas de vómito, tranquilizando con un cuidado y cariño, acompañando al baño, pendientes de todos y en momentos de cierto caos manteniendo la calma y actuando de una manera absolutamente profesional.

Pasados los días, el sentimiento de seguridad y de bienestar psicológico permanecía en mi interior. Mi vida había dado un vuelco constatable, todo el mundo me decía que me veía mejor, mi energía había cambiado. El testimonio más revelador me vino de un terapeuta profesor mío de acupuntura que tiene una consulta privada. Esta persona, además de ser un gran acupuntor, te realiza Reiki mientras tienes las agujas puestas. Mediante el Reiki además de transmitirte energía a él le vienen visiones mentales de cómo se encuentra su paciente por dentro. Es realmente sorperendente observar como sus “ensoñaciones” coinciden de forma acertada y profunda con mis estados de ánimo, por supuesto sin haber hablado con él previamente. En una consulta anterior a mi retiro de noviembre tuvo que enfrentarse a la vivencia de una monumental tormenta en medio del mar, de noche, con olas descomunales e incontables rayos, y él se encontraba en una barquita en medio de semejante escenario, así me describió él y exactamente así me encontraba yo. Cuando volví a su consulta, posteriormente al retiro, el cambio de escenario que vivió fue notable. Tenía mucha curiosidad por conocer sus visiones y sorprendentemente volvió a acertar plenamente. Me pudo observar dentro de un enorme capullo de seda, desnudo y en posición fetal, en lo que sentía como un proceso de transformación, también habló de mi madre, sentía que tenía algo pendiente con ella. La primera visión fue una descripción enormemente bella y simbólica de cómo realmente me sentía por dentro. Y la importancia de la segunda visión no la comprendí hasta semanas después.

A los pocos días de esta visita a mi amigo acupuntor, llegó la motivación para realizaros una segunda visita. Mi hermana me manifestó su gran preocupación por uno de sus hijos de 20 años. Desde el verano mi sobrino sufría una serie de problemas de salud tan intensos que le impedían llevar una vida normal. Desarrolló una serie de síntomas muy preocupantes, taquicardias severas repentinas, intenso dolor  en la zona pectoral, hiperventilaciones respiratorias, amoratamiento de manos, mareos, cansancio, fobia social ante la amenaza de que le dieran esos ataques en la calle… Después de reiteradas visitas a las urgencias del hospital y de numerosas pruebas diagnósticas, el resultado era que no había nada, el problema aparentemente era psicológico. Entendí de forma inmediata que la Ayahuasca le iba a resultar de una enorme ayuda para solucionar su problema. Después de una conversación con su madre y de mi cambio personal, él accedió rápidamente y vino a mi casa cinco días antes de asistir al retiro de enero, con la única condición innegociable de que yo debía de asistir al retiro con él. Durante esos días en mi casa pude charlar tranquilamente con él y explicarle lo que era la Ayahuasca y mis experiencias con ella. Descubrió, cuando le di nociones básicas de técnicas de meditación, que tenía una facilidad natural para concentrarse y meditar. Para ayudarle en ese camino que debía emprender  también le daba masajes y le aplicaba acupuntura, sobre todo para apaciguar su mente y aumentar su energía. También le puse a dar largos paseos con mi perra por un bosque cercano y a realizar trabajos físicos en un pequeño huerto que tengo.

Mi sobrino llegó fuerte y con una gran dosis de optimismo a vuestro retiro. Previamente yo había contactado con Erica, la responsable de vuestro centro de Madrid y todo el equipo de personas de Inner Mastery se comportó de auténtico lujo. Él se sintió en todo momento atendido, cuidado y acompañado, lo que facilitó enormemente el que se sintiera cómodo, se abriese y se dejase llevar por la experiencia. Fueron solamente dos días con sus noches pero para mi sobrino fueron tremendas y profundamente sanadoras. Hace tres años tuvo una experiencia muy traumática con la muerte de su padre. Murió en sus brazos estando solos en su casa, a lo que se le sumó una pésima experiencia con los servicios funerarios que le atendieron. Pepe desarrolló un profundo miedo a la muerte fruto de esta experiencia y de los ataques que sufría. Durante el retiro se enfrentó valientemente a todos sus miedos, vivió su propia muerte dos veces y revivió la mañana de la muerte de su padre con todo el dolor, la desesperación e impotencia que padeció aquel día. Un “proceso” doloroso pero increíblemente efectivo. Mi sobrino salió curado de vuestro epicentro y, a día de hoy, mantiene perfectamente vivo el recuerdo de su experiencia, desparecieron completamente todos sus síntomas y lleva una vida normal.

Esta segunda experiencia con mi sobrino fue muy distinta a mi anterior visita a vuestra casa. Me sentía fuerte, bien psicológicamente y con una notable predisposición a sentir empatía por los “procesos” de algunos de mis compañeros de retiro. Mi primera noche estuvo dedicada enteramente a mi relación con la ayahuasca y su sabor. El sabor de la ayahuasca me resulta muy desagradable y esa noche tuve un largo y peculiar encuentro con este aspecto. Después de la primera toma no era capaz de desconectar del sabor del yagé en mis papilas gustativas. Continuamente su sabor invadía mi mente. No tuve ningún tipo de visión y el sabor concentró toda mi atención. Después de dos o tres horas llegó la hora de la segunda toma y al introducirla en mi boca, creo que no llegó a mi garganta, una profunda arcada vomitó la ayahuasca de mi cuerpo, gracias al cielo el cubo estaba pegado y no le cayó a César encima, me sentía un poco avergonzado. Evidentemente continué mi “proceso” sin nueva toma, pero con el reciente sabor instalado definitivamente en mi lengua y en mi mente. Después de un rato me di cuenta de forma instintiva de que debía abandonarme a la sensación y abrazarme al asco que el sabor de la ayahuasca me producía. Ese abandono produjo los efectos esperados. Cuando quedaba poco más de una hora para dar por finalizada la sesión, le pedí a Cesar que me proporcionase un pequeño chupito. Introduje la pequeña cantidad de yagé en mi boca y no la tragué, me dirigí a mi sitio saboreándola en toda su intensidad, percibiendo cada uno de los matices de su sabor y aceptándolos. No vomité en toda la noche, no tuve ningún tipo de arcada y medité en esa hora sobre el “proceso” que se había desarrollado en mi interior. Había vivido una potente metáfora gustativa sobre el transformador poder de la voluntad y la aceptación.

A la mañana siguiente tocaba el turno del “Bufo Albarius”. Mi sobrino y otras tres personas lo hicieron antes que yo, por lo que tuve la oportunidad de ser observador privilegiado de lo que allí ocurría. En el caso de mi sobrino se produjo una inexplicable conexión con algunas emociones de su perturbador y rompedor trance. Cuando llegó mi turno, instantes después de fumarlo me sorprendió un torrente de energía que penetraba por mi abdomen. Instintivamente me puse de rodillas y, apoyado sobre mis talones, aguanté sin caerme hacía atrás en una posición de meditación. No puedo explicarlo claramente pero sentí como me conectaba con el otro compañero que lo acababa de tomar y con cada inspiración le enviaba ese canal de energía a su cuerpo. Al mismo tiempo, con la expiración visualizaba como rompía y expulsaba a través de mí algunos de sus bloqueos más profundos, mientras él lloraba y se retorcía. Fue una experiencia increíble, yo me encontraba plenamente conectado con su estado, por lo que cuando exactamente terminó su experiencia me dirigí a él y nos fundimos en un profundo y amoroso abrazo que llenó de emoción la sala. Más tarde me explicó que sentía que le abrazaba su padre y se perdonaban, su padre representaba una figura importante en el malestar que le había llevado a vuestra casa en varias ocasiones.

Esa incipiente conexión que estaba desarrollando se manifestó con otros compañeros con continuos y sentidos abrazos, miradas de comprensión y palabras de aliento, descubriendo que el idioma no es un obstáculo para compartir instintivamente algunos estados de conexión o empatía.

Mi segunda noche estuvo dedicada a mi madre, que vive a doscientos kilómetros de mí. Sentí su muerte cercana, la sentí en mis brazos en sus últimos instantes, cuidándola, acariciando su rostro con ternura y compasión, de alguna manera sentía que la ayudaba en el tránsito hacia el otro lado. En ese instante sentí una poderosa presencia energética llena de violencia, rencor, frustración, humillación, sentía que era una energía familiar que nos había acompañado durante generaciones, una energía que había pasado de mi abuela materna a su hija, mi madre. Mi madre ha tenido una vida muy dura con vejaciones desde muy pequeña y una vida adulta llena primero de dolor y humillación, y una segunda parte donde devolvió con las personas más cercanas todo aquella destructiva energía que había mamado.  Dejé pasar a mi interior esa energía y pude sentirla en toda su amplitud, con todo su poder, su rabia, sus ansias de causar daño. Sentí también que era algo familiar que se ha escondido latente en mi interior, manifestando su presencia con fuerza en ciertos momentos de mi vida, si bien con mucha menos intensidad y potencia. Después de un buen rato de luchar con ella sentía que no podía sacarla de mí. En ese momento, también de forma instintiva, pedí ayuda a mi padre, al que ahora siento como un guía, y sorprendentemente funcionó. Sentí claramente como salía de mi interior y se quedaba como pegado a mi piel. Después de intentar quitármela de encima durante un buen rato una energía que yo percibía húmeda y caliente, pedí ayuda a César el cual actuó inmediatamente limpiándome energéticamente, en el proceso a César le entró una profunda arcada, escuché claramente como la dominaba con firmeza, terminaba mi limpieza y después se marchaba a vomitar entre violentas náuseas.

Los días siguientes a la salida de vuestra casa fueron intensos y extraños. Dos días más tarde, haciendo la comida en mi casa sentí un intenso escalofrío y una visión de mi abuela, la madre de mi padre, la persona con la que crecí, la imagen se superponía a mi visión normal, me sonreía tiernamente y sentí de forma inmediata una profunda emoción que me hizo llorar, duró apenas unos instantes, pero el día acaba de comenzar. Tres horas más tarde cuando acababa de dar de comer a mis hijos y mi mujer llegaba de trabajar, hablando con ella tuve otra vez exactamente el mismo escalofrío, la misma visión y la misma emoción, pero esta vez con el testigo de mi mujer. Al rato me puse música, concretamente estaba escuchando “Soy un niño salvaje” y experimenté una profunda sensación de libertad, de fuerza, de optimismo, una sensación clavada a la que tuve una de las noches en mi primer retiro, bailando y cantando alrededor de un fuego en un pequeño poblado en medio de la selva, en una noche con un cielo imposible plagado de luminosas estrellas. Después de esta alucinación sensitiva, decidí darme una vuelta en soledad por un pinar cercano a mi casa. Fue increíble. Durante el paseo se me apareció el rostro de la hermana de mi abuela, con la que tuve una cercana relación, nos quería muchísimo. Igualmente, tuve visiones con el semblante de mi abuelo, de los padres de mi madre. Fue un día simplemente extraordinario, cargado de emociones y sentimientos para mí, presentía que de alguna manera todas esas energías se hacían presentes para apoyarme en mi “proceso” y en el que tenía que iniciar con mi madre, la cual venía a pasar una temporada en mi casa.

A los dos días de estas extrañas vivencias, volví a realizar una visita a mi amigo acupuntor y como en anteriores ocasiones me preguntaba que visiones tendría sobre mí.  En esta ocasión se centró exclusivamente en una larga sesión de Reiki, cuando terminó volvió a sorprenderme con el relato de sus ensoñaciones. Me dijo que mi energía interna se había transformado totalmente, me vio en medio de un desierto, solo, tranquilo, sentado en posición de meditación y una voz masculina le decía “por fin ha entendido que el camino es interior”. En otra visión me veía de pequeño, escondido detrás de una cortina y como una figura masculina, que identifiqué como mi padre, me sacaba de detrás de la cortina y me decía “tú eliges la imagen que quieres que el mundo vea de ti”. En la siguiente visión vio una botella transparente en la que percibió flotando en el agua una pequeña partícula de algo y la misma voz le decía “así de pequeño se ha sentido gran parte de su vida”. Por último me dijo que presentía que mi padre tenía que contarme algo sobre mi niñez, no sabía el que qué.

Pasados unos días, tenía una cierta intuición que me indicaba que debía de realizar una pequeña sesión de ayahuasca, una práctica totalmente desaconsejable dada mi inexperiencia. Compré los elementos imprescindibles, unas microdosis de ayahuasca, copal y agua florida para las limpiezas energéticas. Instruí a mi mujer en lo más básico que debía de hacer, el ritual de limpieza inicial, las músicas que debía poner y como debía de comportarse si algo iba mal. Debo de decir y agradecer, que pese al escepticismo y absoluta racionalidad de mi mujer, accedió a participar en esta primera toma en la soledad de mi casa. Al rato de realizar la toma y con la música haciendo ya su trabajo, empecé con las típicas formas geométricas o fractales. De repente percibí con absoluta claridad, que no podía ayudar a mi madre, que no podía ayudar a nadie, solamente podía curarme a mí mismo y solamente a través de esa curación interna, vendría la ayuda o el acompañamiento a los demás, percibí unos intensos sentimientos de amor y compasión. Tuve visiones de lejanas y luminosas ciudades de cristal, de poderosos personajes arquetípicos que me observaban, de espíritus que vivían en el sonido de los tambores y una enorme serpiente me escoltaba a un mundo de poder y amor. Todas esas visiones las sentía como una ceremonia de iniciación, como una bienvenida a una realidad alternativa, a unos mundos inmensos pero que no los percibía como amenazadores, sino como “cercanos”.  En medio de un frenético ritmo de tambores, pude recrearme concentrándome en el silencio existente entre una percusión y la siguiente, de alguna manera pude ralentizar mi percepción del tiempo, ese imperceptible micro instante de silencio en medio de la percusión. Experimenté un gran chorro de energía que entraba por mi ombligo y como esa energía la podía modular con la posición de mis manos y mi voz, realizaba  sonidos con diferente altura y sentía el cambio de energía que se producía en mi interior con cada modulación del sonido. Terminé la inspiradora sesión abrazado a mi mujer y cantando juntos “Corazón es lo único que tengo”, un momento mágico, lleno de ternura muy distinto a los finales de sesión de ayahuasca que había vivido anteriormente.

En los días siguientes me sentía fuerte y muy estable psicológicamente. En esos días llegó mi madre a mi casa y la cosa cambió. Mi relación con mi madre siempre fue distante, como ya he contado no me crié con ella y pese a eso siempre percibí a mi madre como una inagotable fuente de problemas, de inseguridad, de dolor, sentía por ella un profundo rechazo. En enero del año pasado tuve la oportunidad de traerla a mi casa durante unos días y una tarde verbalicé todos los sentimientos que tenía hacia ella, fue una tarde de lágrimas, de liberar sentimientos largamente escondidos, ella lloró mucho, por primera vez en su vida fue consciente del enorme daño que había causado a su familia, a las personas que había tenido cerca. Fue una tarde de dolor, pero  también de perdón y según sus propias palabras “sintió que se había quitado una enorme peso de encima”. El contacto con ella durante todo ese año fue escaso, pero yo sentía que buena parte del rechazo hacia ella había desaparecido. Sin embargo cuando llegó a mi casa de nuevo mi energía cambió, volví a sentir una sensación de cierto rechazo, volvía a sentir una bola en mi estómago cuando estaba cerca de ella, volví a sentir aprensión al mirar su rostro seco, enjuto, lleno de profundas arrugas. Me sentí de nuevo desestabilizado ante la necesidad de explicarle mis visiones y vivencias, inseguro ante la reacción que podría causarle. Durante días prácticamente no hablamos, ella me ofrecía numerosas muestras de cariño y yo se las devolvía pero sin convicción, sin corazón, pero observaba atentamente su relación con mis hijos, la ternura, la paciencia y los juegos sin fin que les ofrecía. Al quinto día me di cuenta que ese no era el camino, debía de abrazar todo aquello que me producía rechazo de ella y nuevamente el cambio se produjo. Empecé a darle masajes con aceites esenciales en su rostro, toque y masajeé lentamente cada una de las arrugas de su rostro, la miré larga y detenidamente a los ojos, la llevé a la peluquería y sus facciones empezaron a cambiar, a hidratarse su piel, a suavizarse sutilmente sus arrugas, el rechazo se fue transformando en compasión, las muestras de cariño y amor se volvieron autenticas y profundas. Mi energía con mi madre cambió y con ella también mi interior, me había reencontrado con la madre que había perdido cuando era un niño y con ello había sanado una herida emocional que había marcado buena parte de mi vida.

Pero mi nuevo despertar no había terminado de darme sorpresas. Días cuando me disponía a echarme una siesta, escuchaba música y un video que había encontrado casualmente en Internet, su título “Mensaje urgente de los ancestros”, adjunto el vínculo por si alguien lo quiere ver. Entré de forma natural en un trance intenso, sentí como una llamada propia cada una de las palabras y mensajes que lanzaba el audio, vi rostros de hombres y mujeres que yo sentía como chamanes antiguos, vi desde el aire paisajes de bosques, praderas y montañas y un ojo con una miraba de sabiduría y comprensión observaba todo suspendido en aire. En ese instante tuve la absoluta comprensión de que mi camino pasaba por su Escuela Ayauasquera Europea. Al día siguiente de este trance espontaneo que contaba, me dirigía a las ocho de la mañana hacia Madrid camino de un curso de masajes que estaba realizando. Todavía en una zona rural y en una gran recta en la carretera, sentí uno de esos escalofríos y automáticamente apareció una imagen nítida de mi padre y una voz masculina retumbo en mi cabeza, “recuerda que tu camino es interior, confía en tu corazón”. Paré en la cuneta confundido y sorprendido y me puse de nuevo el audio que tanto me había afectado la tarde anterior y las sensaciones volvieron a mi mente, a mi corazón. Me di la vuelta, necesitaba dar un paseo. Vivo cerca del Safari Madrid en Aldea del Fresno y existe un camino  de tierra que bordea parte del parque y que permite observar a muchos de los animales que viven en régimen de semilibertad. Comencé a andar buscando poner orden en mi mente, buscando sentir mi entorno, después de un rato andando observando distintos animales, llegué a la zona de los leones, se veía perfectamente a dos ejemplares a unos veinticinco metros, al verme me miraron con curiosidad y se alejaron, pero yo me quedé pegado a la doble valla que me separaba de ellos, escuchando sus rugidos a lo lejos. De repente un joven macho, unos 100 kilos de puro musculo, con una melena que empezaba a ser prominente, se acercó lentamente a la valla, nos encontrábamos a escasos cuatro metros el uno del otro, se quedó mirándome fijamente, su mirada se mantuvo fija en la mía durante varios minutos, de repente dejó de mirarme y empezó a frotarse insistentemente contra la valla exactamente donde yo me encontraba, sentía su fuerza, su enorme poder contenido. Después de 10 minutos plenos de una extraña conexión se alejó tan tranquilamente como había llegado. Intuitivamente sentía que de nuevo un mensaje muy explicito me había sido comunicado.

Al día siguiente escribí una carta a Alberto Varela manifestándole mi interés por ingresar en su Escuela Ayahuasquera Europea. En un próximo escrito contaré la increíble experiencia vital y emocional que he tenido en tres retiros más, una experiencia que me ha transformado la vida, una experiencia que me ha llevado a un conocimiento de mi mismo que no creía posible.

Solamente puedo dar las gracias a todo el equipo de Inner Mastery, unas personas que trabajan desde el corazón, yo soy un absoluto testigo de ello, he sido periodista durante casi una decena de años y desde esa experiencia previa mía he tenido la ocasión de entrevistar libremente a muchos de sus miembros, he podido observarles, mirarles a los ojos, escuchar sus historias y percibir claramente el enorme corazón, amor y respeto que ponen en su labor. He tenido el privilegio de conocer a compañeros en la Escuela de Madrid, unos seres humanos increíbles y valientes, personas que están comprometidas en el camino de su propio encuentro, compañeros de camino en noches interminables de búsqueda y de visiones, compañeros que desnudan sus almas en intensivas sesiones de integración psicoterapeutica, seres humanos que caen y tienen el coraje y la fuerza como para levantarse una y otra vez. He sido testigo en primera persona del “proceso” de unas 90 personas a lo largo de cinco retiros y es simplemente imposible no conmoverte ante las profundas, enriquecedoras y sanadoras experiencias que se llevan de los retiros.

Mi relato continuará en breve, pero quiero despedirme en esta ocasión agradeciendo a Alberto Varela, un increíble y controvertido personaje en sí mismo, el que haya creado estos espacios llenos de amor y respeto, para vivir y experimentar en nosotros mismos unas prácticas transformadoras e increíblemente efectivas a nivel terapéutico y en mi caso también a nivel espiritual.

VÍDEO MENSAJE URGENTE DE NUESTROS ANCESTROS

 

https://youtu.be/1iB75nvhdDs

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Alberto José Varela

Alberto José Varela

Fundador de empresas y organizaciones; creador de técnicas, métodos y escuelas; autor de varios libros. Estudiante autodidacta, investigador y conferencista internacional, con una experiencia de más de 40 años en la gestión organizacional y los RRHH. Actualmente crece su influencia en el ámbito motivacional, terapéutico y espiritual a raíz del mensaje evolutivo que transmite.

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