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RELATO DEL PROCESO DE 3 SESIONES DE AYAHUASCA EN TRES NOCHES. Testimonio de Andrés Berrueco que participó del retiro de evolución interior que organiza Ayahuasca Internacional.

SANACIÓN FÍSICA, EMOCIONAL Y ESPIRITUAL

Tengo la necesidad de compartir contigo la maravillosa experiencia que tuve en este retiro con Ayahuasca.

Fue un proceso desde el primer día, de la primera toma es de la que menos me acuerdo, recuerdo que conforme me pasaban las sensaciones iba pensando que me tenía que acordar de esto o lo otro para compartirlo en la integración y pensé ¿qué estás haciendo?, estás pensando, es de lo único que me acuerdo de ella.

La segunda toma fue un querer dejarme, abandonarme al proceso, morir;  y así fue, morí; llegué a un estado de paz tal que a momentos me sobresaltaba cuando volvía mi respiración al cabo de no sé cuánto tiempo, pero fue una sensación de paz, de un inmenso bienestar que no recordaba jamás haber tenido. Pero lo más impresionante y maravilloso estaba por pasar. Esta experiencia me dejo un profundo estado de paz, de no me importa lo que venga.

En esta toma me pasó algo curioso, siempre quise mucho a mi abuela paterna, era muy especial para mí y me vino a la cabeza con una fuerza que no comprendía, pero se me asoció con el yagé (la abuelita) y empecé a hablar con ella y me respondía y me mostraba sensaciones. Nunca he tenido visiones, pero me explicó que yo las negué y entendí el momento que lo hice. Cuando en un momento de mi vida practiqué Qi Gong me decían que las visiones eran distracciones y que ello impedía llegar más lejos, asi que en ese momento que me acordé de eso, las bloqueé.

El temazcal (la sauna chamánica con piedras incandescentes) que hicimos antes de la tercera toma lo viví como algo maravilloso, fue un sentirme en familia, fue un sentir la intimidad emocional de esos humanos que estábamos dentro de un espacio sagrado, de un espacio de libertad emocional que me permitió sentirlos a todos, amarlos desde un sentir sin pensar, que mágico y real a la vez, extrañamente poético.

Y llego la tercera toma, en la segunda tenía la idea que había que recogerse en un estado místico-espiritual, y llegó Alberto con su loca y maravillosa creatividad. Con la música loca pero cercana, que la entendía, que me llegaba; disfrute de una transformación. Aquella música que algunos tildarían de poco espiritual, me llevó a bailar, sacando de dentro de mi ese baile que siempre quise hacer pero nunca me atreví porque me dijeran que era esto o lo otro, de vez en cuando abría los ojos y vi que mi psicosis de pensar que me estaban mirando no era real, cada uno estaba en su proceso en su baile o su quietud, lo expresé bailando la libertad de mi corazón lleno de júbilo, y me di cuenta que la felicidad era el estado místico más elevado que existía. Cuando bajaba el ritmo de la música yo hacía intentos de estirarme de nuevo, pero una y otra vez venía Alberto con aquellos collares de cascabeles y me hacía subir a bailar. Y de pronto pasó algo fue como un chispazo en la cabeza, una explosión, me vino un sabor a la boca, fueron auténticos fuegos artificiales en mi cabeza, pero eso no fue lo importante, vomite como si estuviera rugiendo, cuando recogí la bolsa pesaba mucho para lo que debería pesar por la cantidad de yagé que bebí, fue una liberación de algo más que el físico de la medicina en sí, fue como sacarle peso al hígado, fue liberador.

Y empezó a bajar la música, empezó una música romántica, en todo momento la abuelita me hablaba y me explicó lo que había pasado, había que movilizar el yagé y ahora había que dirigirlo, no solo fue una música de amor fue un sentir como si mi corazón creciese, mi amor se expandía por toda la sala. Me enseño la enorme capacidad de amar que tenemos los humanos, era tan difícil de definir, lloré de una profunda alegría. Y la abuelita me mostró algo de la energía. Uno de los asistentes, por su proceso gritó, yo estaba con todo el corazón expandido, y sentí que al ponerme en alerta, en miedo, mi corazón se encogió, sentí lo que pasa con el miedo y la violencia, sentí la tristeza de ese encogimiento de amor. Los facilitadores, maravillosamente y desde el amor le dieron asistencia, pero sentí como la sala volcó su atención como la energía fue para allá. Recuerdo que iba repitiendo con los ojos cerrados y completamente abandonado al proceso “todo es perfecto”, como a la persona que estaba a mi lado le decía que siguiera en su proceso que bajando la energía ayudaríamos a los facilitadores, que no era perdiendo nuestra conexión, sentía esa energía, casi la veía moverse, subir y bajar, y una voz diciéndome “todo es perfecto”. Me volví a sumergir en el amor de mi corazón, a extasiarme en él y seguí llorando.

Al día siguiente cuando ví a la persona que grito la abrace y le di las gracias por enseñarme, que experiencia tan indefinible, pues maravillosa se queda corta. Aún la estoy intentando digerir, pero lo más difícil, es no sentir ese amor tan inmenso que sentí en ese momento.

Gracias por leerla, gracias por todo, gracias por ser transgresores, gracias por vuestra valentía; yo lo viví como una experiencia sin par, el fluir de la energía en los diferentes estadios emocionales y la maravillosa experiencia del sanar, de ver el maravilloso acto de amor que es ayudar a sanar a otros humanos.

Gracias a todos, gracias Alberto.

Andrés Burrueco

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Alberto José Varela

Fundador de empresas y organizaciones; creador de técnicas, métodos y escuelas; autor de varios libros. Estudiante autodidacta, investigador y conferencista internacional, con una experiencia de más de 40 años en la gestión organizacional y los RRHH. Actualmente crece su influencia en el ámbito motivacional, terapéutico y espiritual a raíz del mensaje evolutivo que transmite.

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